miércoles, 19 de mayo de 2010

UN PASATIEMPO MAKABRO






















-I-

¿Acaso todas las personas no tienen un pasatiempo? ¿No tienen un entretenimiento que realizan a modo de distracción y/o diversión? Algunas, por ejemplo, gustan de coleccionar objetos antiguos. Otras, escuchar bellas melodías musicales o, simplemente, pasear por algun parque a la sombra de hermosos y grandes árboles. Hay gente que gusta de escribir poesía en sus ratos libres, y otras lo pasan sin hacer nada, como forma de descanso o relajación.
Pues bien, yo también soy un ser humano (aunque sé que esto se lo van a cuestionar luego de adentrarse más a mi relato o confesión, como quieran llamarlo), y disfruto de mi pasatiempo: el arte de matar, utilizando diferentes modalidades. Algunas, muy convencionales y otras, muy originales. Y este pasatiempo que practico es el que voy a dar a conocer con lujo de detalles a continuación.
Mi primera vez, recuerdo, fue hace un largo lapso de tiempo atrás. ¿Por qué lo hice?, sentí y sientoque tengo que hacerlo, “a modo de distracción y/o diversión”. La víctima era empleado de un mercado alejado del pueblo donde yo vivía. Esta persona se encontraba dentro de su lugar de trabajo, sin clientes ya, debido al horario, pues era muy tarde. Esa noche, al entrar al comercio, me acerqué y le pregunté sobre el precio de un producto que “casualmente” se encontraba detrás de él. No le costaba nada hacrme ese pequeño favor ya que estaba cerrando el local y no estaba realmente ocupado. Dio media vuelta para poder orientarme sobre el precio, y rapidamente extraje el cortaplumas de mi bolsillo. Fue así como corté profundamente su cuello. Su yugular parecía una vagina grotescamente dilatada, y emanaba sangre a borbotones, de una manera increíble.
Todo fue así de simple. Todo fue así de rápido...
Yo no corría mucho peligro de ser visto por un tercero, ya que a esas horas la gente del lugar no frecuentaba estar en las calles. Pero para más seguridad, cerré el portón de madera del local y llevé el cuerpo al depósito, que se encontraba en el sótano.
Recuerdo el terrorífico ambiente de ese sótano: las paredes cubiertas de humedad, decenas de cucarachas (únicas testigos que me negué a matar porque, ¿qué sentido tiene herir a pobres seres indefensos?)... Un lugar donde no entraba ni el más ínfimo rayo de sol. La única luz que había allí era producto de un foco colocado en el techo, sin cobertura o plafón.
Senté el cadáver en una silla que allí se encontraba, y proseguí minusiosamente, ya que luego de quitarle la vida a mis víctimas, solía (y suelo) “jugar” con sus órganos u otras partes del cuerpo. Fue así que, delicadamente, con mis dedos índice y pulgar, extraje primero su ojo derecho, y luego el izquierdo, reemplazándolos por sus testículos... No pude evitar reírme al ver el resultado de mi collage.
Me cambié de vestimenta, ya que llevaba una muda de ropa preparada en una bolsa, y fumé un cigarrillo, como quien llega a la culminación de un placentero acto sexual. Ya era tarde y debía irme a descansar...
¿Estaba mal lo que hice? No lo sé. No soy el indicado para juzgar qué está bien y qué está mal. Sólo puedo hablar de placer. El placer que sentí al cometer ese... ¿crimen? ¿o sólo disfrutaba de mi tiempo libre?

-II-

Las autoridades lugareñas, luego de reccorrer el pueblo y llevar a cabo una vaga investigación, abandonaron el caso.
Por mi parte, me vanagloriaba de no haber sido descubierto, siendo ése el primero de una seguidilla de actos que continuarían de ahí en adelante, las cuales hoy en día sigo disfrutando con extremo placer.
Escondido en un viejo caserón abandonado lejos de aquel pueblo, no pensaba en otra cosa más que en repetir aquella experiencia. Y no tardaría en hacerlo...

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